Más te vale que no preguntes

La viste, apoyada sobre la mesa como si te estuviera llamando... te diste vuelta asustada, y pusiste algo de música... por qué?. Tenés miedo de lo que puedas llegar a ver, de lo que te pueda decir, por primera vez en tu vida, no quisiste ver la realidad, pero sin embargo, ese impulso, esa parte tuya, esa que siempre te arrastró, esa parte a la cual nunca le pudiste dar la espalda, volvió a ganar. Entonces lo agarraste y comenzaste a escribir, una por una, todo lo que se iba cruzando por tu mente, por que es eso, nunca decís lo que sentís; y es cuando tu corazón estalla corriendo la tinta que te das cuenta que esta mal, pero no podes... por más que intentás, y mierda que intentás.
La música sigue sonando, y sentís como algo adentro tuyo se mueve, intenta salir de alguna forma pero vos no lo dejás... por qué? Por qué te cuesta tanto? Que es lo que te prohíbe hacerlo?
Dejas de escribir, por un momento y te quedas mirando la tinta corrida... y te das cuenta, y te sentís tan pequeñita, tan patética, tan triste, pero no podes evitarlo, las lágrimas siguen cayendo humedeciendo el papel y cada vez más, no las podes controlar, otra vez tus sentimientos te superaron y te sentís débil... y lo odias... te odias, por ser como sos. Y te preguntas, que es lo que te hace ser así, por qué es lo único que no podes controlar?
¿Alguna vez te diste cuenta que sos humana?
Vas al baño a lavarte la cara, y te miras al espejo... para qué? Sabés que no vas a encontrar nada nuevo, pero igual, “te miras” a lo ojos hasta que lo único que ves es vacío, te secas y salís.
Igual que siempre, otro día más...
Cómo estás?...
Aquí ando, que se yo, nada nuevo que contar y vos?.

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