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Siempre es lo mismo. Siempre fui igual y siempre lo seré; aunque de lejos no lo parezca, aunque tenga la vaga ilusión de haber cambiado mínimamente. Es siempre lo mismo, con una cosa o con otra. Y lo más lamentable, es que a pesar de tantos años de ver la misma historia repetida, me sigo mintiendo a mi misma, soñando con que en algún momento va a ser diferente.
Y me doy cuenta, pero algo muy adentro mío no quiere reaccionar, está demasiado cómodo como para moverse. Pero el resto no, al resto le molesta, a mi me molesta, porque esa partecita no hace al todo; pero parece ser, que es el eje alrededor del cuál todo gira. Quizás hace falta alguna pieza para que todo funcione correctamente, desde ya que algo está perdido, eso lo sé, me doy cuenta. Pero es algo más, tal vez algún mecanismo externo, o alguna especie de palanca que cambie las cosas de lugar, no demasiado, solo un poquitito, para que todo eso que está ahí (porque estar está) empiece a moverse y a funcionar de otra manera.
Y la busco, pero en los lugares equivocados. Porque a veces, explorar otros espacios puede ser algo aterrador, y no tanto por lo que pueda llegar a encontrar, sino más bien, por lo que deba dejar atrás.

Tic, Tac, Tic, Tac, lo escuchás en tu cabeza, sentís como se mueve. No se detiene, y no lo va a hacer, pero sabés que en algún punto, se va a tener que reiniciar. El problema es que no sabés cuando, el problema es que lo tenés que hacer vos, el problema es que no te animás.
¿Y si no lo reiniciás nunca? Silencio… Tic, Tac, Tic, Tac.