Recuerdos

Los recuerdos permanecen vívidos en mi memoria, la humedad había empañado los vidrios y las gotas de lluvia caían pesadamente sobre la ventana, pero eso no impidió que lo viera. Su figura cortaba los árboles que se curvaban sobre él, como llamándolo, resistiendo a su partida, mientras el viento gritaba su nombre.
Algunos lo creían loco, otros lo llamaban extraño, pero un día, todos despertaron para descubrir su ausencia. La gente comenzó a hablar especulando su destino, desde los sucesos más atroces, hasta el más triste final, pero nunca nadie supo que había sido de él. Los árboles no quisieron hablar, y el viento enmudeció, pero desde aquel día ya nada fue lo mismo. Poco a poco el sol fue dejando de brillar, las hojas cayeron y nunca más volvieron a crecer. La gente, fue dejando el pueblo, ya todos se habían olvidado de él; pero yo nuca pude borrar los recuerdos de mi memoria. Las noches, en las que furtivamente salía por mi ventana y me escapaba a verlo, en sus extraños rituales. A veces, y solo aquellas noches en donde la luna llena iluminaba todo de blanco y las estrellas brillaban sobre una alfombra negra de terciopelo, como diamantes, podía ver la magia, esa fuerza intangible que lo hacían uno con la tierra, y lo podía sentir, como solo se pueden sentir esas cosas que sabes que nunca olvidarás, y se graban como con fuego en tu interior, no se pueden explicar.
Aún lo recuerdo, las lágrimas mojaron el marco de la ventana con un leve tintineo, mientras el cuerpo encorvado, protegiéndose del viento que lo intentaba retener, se iba alejando, hasta que solo quedaron las nubes.
Desde ese entonces, todas las noches salgo por mi ventana, miro la luna y mientras las imágenes comienzan a rodar en mi cabeza como una película, siento su ausencia. Pero a veces y solo aquellas noches de luna llena, creo ver, a lo lejos, por encima de los árboles donde ya no hay hojas, sobre una loma, una figura que corta el paisaje.

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